A un hombre le pueden robar todo, menos una cosa, la última de las libertades del ser humano, la elección de su propia actitud ante cualquier tipo de circunstancias, la elección del propio camino.Victor Frankl.
Cada uno de nosotros es responsable de la forma como va transitando y construyendo por su propia vida.
El poder lograr nuestros objetivos y nuestras metas depende de muy diversos factores, pero el principal de todos ellos es ser conscientes de la responsabilidad que tenemos sobre nuestras propias vidas, sobre nuestro bienestar y sobre nuestra felicidad personal.
Yo soy responsable.
La felicidad y la verdadera libertad están dentro de nosotros, y llegan sólo cuando asumimos la plena responsabilidad de quiénes somos y de qué queremos. En tanto sigamos culpando a los demás de lo que nos pasa, será imposible cambiar nuestra propia conducta.
La responsabilidad supone aceptar de forma incondicional que nuestra felicidad depende sólo y exclusivamente de nosotros. Llegar a esta conclusión, requiere de mucho trabajo y de madurez. Significa que no vamos a hacer depender nuestra felicidad del hecho de que otros nos quieran o no, cumplan nuestros deseos o no, actúen de la forma que creemos más oportuna o no, o nos presten o no la atención que consideramos nos merecemos.
Muchas veces las conductas de los demás pueden producirnos tristeza, enojo, coraje, frustración, sin embargo ¿hasta qué punto vamos a dejar que ese comportamiento nos afecte?
Todos podemos elegir libremente qué hacer con nuestra vida, hacia dónde dirigirnos, con quienes queremos estar, qué queremos ser. Ser responsable supone decidir acerca de cuáles son las acciones más adecuadas para conseguir nuestros objetivos, significa ser proactivos, tomar la iniciativa.
Actuar de forma responsable lleva consigo el decidir y asumir los valores conforme a los cuales deseamos vivir. Los valores, es decir, los aspectos que realmente nos motivan, nos impulsan en nuestra vida, influyen decisivamente sobre nuestra forma de comportarnos y sobre nuestro sentido de integridad. Somos íntegros cuando lo que pensamos, lo que decimos y, sobre todo, lo que hacemos, resulta coherente con nuestros valores.
Recordemos siempre, que nadie, puede privarnos de nuestra libertad interior para interpretar y pensar como queramos. Todo es cuestión de tomar conciencia, ejercer nuestra plena responsabilidad sobre este hecho y, lo más importante, querer cambiar y comprometerse con ese cambio.
Jacqueline Singer
Psicoanalista adolescentes y adultos
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