Mudarse de ciudad
Acaba de pasar la mitad del semestre y justo llega ese frustrante momento en el que todo da igual. Las clases empiezan a dar mucha flojera, incluso las que al principio de semestre prometían y entusiasmaban mucho. Todo parece más difícil, pesado, como caminar cuesta arriba, sin energía y con la cima todavía a una distancia incalculable.
La palabra motivación viene del término en latín movere, que significa “mover”, por lo que desde su origen se refiere al avance de una persona. Por motivación también se entiende un proceso dinámico que se pone en marcha ante necesidades internas y que activa los esfuerzos de las personas para cumplir con un objetivo. Las metas son muy diversas, desde la dedicación para despejar una ecuación hasta la disciplina para cumplir con una materia o la persistencia de terminar una carrera. A mayor fuerza en la motivación, mayores serán los esfuerzos y la tenacidad para lograr el objetivo.
Sin embargo, cuando el camino comienza a resultar pedregoso o se enfrentan algunos fracasos, la motivación inicial puede ir disminuyendo. Por ejemplo, si después de los primeros parciales o entregas, las calificaciones obtenidas no fueron lo que esperabas, entonces la montaña aparentará ser más hostil y será más difícil sostener las ganas con las que se inició el recorrido. La motivación con la que se empieza no es la misma durante todo el camino y ciertos factores desalentadores entran en juego, como la propia capacidad para afrontar las decepciones y a pesar de ellas continuar.
A veces una frustración importante se acompaña de la pérdida de interés en varias actividades, hasta en las que más se disfrutan, como en un incontrolable efecto dominó.
Hay muchas personas que saben perfecto cómo motivarse a sí mismas y que tienen la capacidad de encontrar en su interior ese “algo” que perdieron en un bache complicado, lo que les ayuda a retomar rápidamente el camino que se fijaron. También hay quienes periódicamente necesitan a alguien que les ayude a encontrar la motivación perdida, que les recuerde el “porqué” de lo que hacen al avanzar. Caminar tiene poco sentido cuando se olvida el destino, desorienta. Si pierdes las ganas de seguirte moviendo, busca ayuda, apóyate en familia, amigos o maestros. No estás solo y sí tienes una meta.
Salud Cavia Esteinou
salud.cavia@ibero.mx
Coordinadora de Desarrollo de Habilidades Emocionales y Prevención.
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