Escuchar el cuerpo. Por supuesto que se trata de un lugar común. Sin embargo… ¿Se consigue con facilidad? Claro que no. Al tomarse este problema con seriedad se puede descubrir que el cuerpo nos habla en un lenguaje que no siempre se comprende con claridad.
En la cultura japonesa el equilibrio corporal se podría expresar con el desafío que lanza un koan zen: “Como cuando tengo hambre, duermo cuando tengo sueño”. Lo que en un primer momento se presenta como la actividad más obvia y cotidiana del mundo, ante una mirada más atenta puede desvelar un malentendido con el propio cuerpo. ¿Sólo como cuando tengo hambre? ¿Consigo detenerme cuando estoy satisfecho? ¿Es hambre o ansiedad? ¿Ya es hora de comer? ¿Siento mucha hambre con esta dieta?
El mismo problema sobre cómo reconocer el momento de empezar y el de terminar de comer se puede extender a la bebida, el tabaco o alguna droga: ¿soy capaz de distinguir entre la necesidad de consumirlo, el deseo de saborearlo y la saciedad para detenerme? Lo mismo ocurre con el sueño, uno de los principales indicadores del malestar general. A veces se complica saber si el cuerpo necesita más descanso, si el ejercicio fue excesivo o si ya es hora de apagar la computadora. Por otro lado, el cuerpo también avisa de una falta de fuerza para enfrentar cada día: una fatiga que no corresponde con la exigencia física previa. El mensaje del cuerpo puede ser el reflejo de una desmotivación hacia lo que ocurrirá en las próximas horas.
Exacto: El koan señala ese difuso e imposible punto medio.
A veces se dificulta ponerle palabras a los mensajes físicos y con frecuencia se viven como signos confusos y sin relación con el resto de la vida. Desafortunadamente, el lenguaje del cuerpo es difícil de interpretar. No obstante, en esta época de urgencia para la prevención de enfermedades y el fomento de los estilos de vida saludables, escuchar el cuerpo con precisión se convierte en una de las formas más elementales para conseguirlo. Hay que conocerlo.
Sin duda alguna se podría afirmar que el bienestar de una persona se relaciona con su capacidad de escuchar con atención y atender con oportunidad las señales del cuerpo. No son algo banal, no son algo para posponer y no son algo para ocultar. Tu cuerpo eres tú. Aprender a escucharlo es estar bien.
Clínica de Bienestar Universitario CBU.
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