Estar bien Ibero

Manejo mejor borracho

Cuántos de nosotros nos hemos subido a un auto con un conductor que ha bebido, confiados porque es el “menos ebrio”, o hemos escuchado a nuestr@s amig@s decir la típica frase “manejo mejor borrach@”.

Es importante saber que las decisiones que tomamos bajo los efectos del alcohol, no nos permiten reflexionar o percibir los riesgos a los que nos exponemos. Esto se debe a que el etanol deprime el Sistema Nervioso Central, inhibiendo las funciones relacionadas con el juicio, control y aprendizaje. Con pequeñas cantidades de alcohol experimentamos efectos de relajación, de desinhibición y de euforia, además de restar sensibilidad e incapacitar al cuerpo para responder a estímulos. Gradualmente reducimos nuestra percepción de riesgo y tenemos una falsa confianza en nosotros mismos, que nos permite atrevernos a tomar decisiones que ponen en riesgo nuestra vida y la de nuestr@s amig@s.

Cuando conducimos un automóvil, requerimos de un gran número de capacidades físicas y mentales que son indispensables para prevenir accidentes, tales como: la coordinación, los reflejos, la atención plena, el pensamiento claro, el sentido de orientación, la reflexión, la memoria, así como la precisión y fuerza que se requieren para frenar oportunamente. Es necesario estar alerta de las señales que indique el semáforo, al cambiarnos o mantenernos en el carril, al tomar una curva o rebasar. Nuestro estado de alerta disminuye en proporción directa a la cantidad de alcohol que se consuma.

La vista, por ejemplo, es uno de los sentidos necesarios para conducir; el ser humano tiene una visión que permite abarcar 180º aproximadamente.  A esto se le llama visión periférica, la cual nos ayuda a tener un panorama amplio y percibir, sin gran esfuerzo, objetos y señales que se encuentran fuera del campo visual central (si utilizas anteojos los grados de visión disminuyen). Cuando nos subimos a un auto nuestra visión se reduce significativamente, razón por la que existen los espejos laterales y el retrovisor; al consumir alcohol se produce paulatinamente el fenómeno conocido como visión de túnel, que acorta la visión de 30° a 40° por lado aproximadamente.

Si a esto le sumamos todos los detalles que debemos atender como las malas condiciones del asfalto en calles y grandes avenidas, las condiciones del automóvil, el uso de celular, la distancia, la velocidad, el uso del cinturón de seguridad, eventos inesperados como el cruce de una persona o un animal y las condiciones climáticas, entre muchos otros estímulos externos, el riesgo aumenta de manera importante. Cuando estamos bajo los efectos del alcohol no tenemos una clara percepción del entorno y, definitivamente, no manejamos mejor, sólo nos exponemos a más riesgos.

Las personas que consumen grandes cantidades de etanol y aseguran no estar borrachos y manejar mejor, es porque han desarrollado tolerancia; su cuerpo se ha acostumbrado a recibir ciertas cantidades de etanol, por lo que los efectos no son tan evidentes, sin embargo, esto NO significa que los niveles de alcohol en la sangre sean bajos y que sus funciones no estén afectadas, sólo es una falsa percepción por su tolerancia al alcohol.

¿Qué hacer para no transformar nuestra diversión?

Nunca te subas a un auto si el conductor ha consumido alcohol y tampoco manejes si ya has bebido. Mejor anticípate a tomar decisiones responsables; si sabes que vas a consumir alcohol en el antro o en la fiesta, contrata UBER, taxi de sitio, chofer o asignen al conductor del grupo.

Recuerda que alcohol y volante no son una buena combinación. No dejes que te presionen, la última palabra la tienes tú.

 

Pedagoga Adriana Rojas Ruiz

Fundación de Investigaciones Sociales A.C

www.alcoholinformate.org.mx

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