Estar bien Ibero

Las amistades en redes sociales

¿En verdad tengo 400 amigos?

¿Alguna vez te has preguntado qué es un amigo para ti? ¿Esta definición la aplicas tanto a  tus amigos de la “vida real” como a los de las redes sociales?

Hoy, a diferencia de unos cuantos años atrás, podemos estar tan cerca de nuestros seres queridos como queramos. Las redes sociales han permitido “conectarnos” literalmente, con gente que hace tiempo no veíamos, que vive lejos o que por alguna razón no es fácil frecuentar. Pero también han permitido que seamos “amigos” de gente que no conocemos, que no tiene nada que ver con quiénes somos, con lo que nos gusta.

Parece fácil establecer relaciones con gente a la que le basta con que digamos “Like” al video de un gato haciendo cosas que no hacen regularmente los gatos o de gente haciendo tonterías, o a las fotos de algún escándalo noticioso o a alguna frase “bonita e inspiradora”. Pero, ¿eso es lo que se hace con un amigo? ¿Por qué hoy nos gusta decir que tenemos 400 “amigos” y antes, nuestras abuelas decían que “a los amigos se los cuenta con los dedos de una mano”?

En nuestra opinión, esto se debe a la falta de compromiso que invade nuestra sociedad. Estamos tan acostumbrados a vivir en una sociedad de “fast food”, que todo lo queremos fácil y rápido. Comer una hamburguesa en un “drive through”, por ejemplo, no nos representa ningún compromiso con la alimentación; no me compromete a pensar en lo que como, por qué o para qué lo como, solo me interesa comer, solo me interesa satisfacer mi necesidad de alimento en ese momento. Y eso mismo nos pasa con los “amigos” de las redes. No nos interesa cómo están, cómo se sienten, qué les gusta, qué les hace reír o llorar; solamente nos interesa saber en dónde están comiendo, a qué lugar exótico fueron en las vacaciones, quién se ve mejor en bikini, quién salió con el (la) chico(a) más guapo(a) y quién tomó de más el sábado en el antro… paradójicamente, la vida social, ya no se llama “vida” social; ahora se llama “redes sociales” pero una no es lo mismo que la otra.

La “vida” social se vive, se disfruta, se siente, pero ello requiere estar comprometidos con la vida, con la gente que queremos y con la que nos gusta compartir tiempo y experiencias. Contrastado con esto, la Real Academia de la Lengua define una red como: F. 1. Aparejo hecho con hilos, cuerdas o alambres trabados en forma de mallas, y convenientemente dispuesto para pescar, cazar, cercar, sujetar, etc.(…)‖ 4. Ardid o engaño de que alguien se vale para atraer a otra persona.   

Y si bien es cierto que las redes sociales pueden ser divertidas, entretenidas, ilustrativas, y muchas cosas más, también nos “atrapan en un aparejo que sirve para sujetar”, y atrapados en ellas, ya no tenemos ninguna responsabilidad ni ningún compromiso con esos “amigos”. Como dice Antoine de Saint-Exupéry en la escena de El Principito cuando éste se encuentra con el zorro: “-¿Qué significa «domesticar»? -volvió a preguntar el principito. – Es una cosa ya olvidada -dijo el zorro-, significa «crear lazos… «
-¿Crear lazos? – Efectivamente, verás -dijo el zorro-. Tú no eres para mí todavía más que un muchachito igual a otros cien mil muchachitos. Y no te necesito. Tampoco tú tienes necesidad de mí. No soy para ti más que un zorro entre otros cien mil zorros semejantes. Pero si me domesticas, entonces tendremos necesidad el uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo, yo seré para ti único en el mundo…”

Un amigo es entonces, alguien a quien “domesticamos”, con quien creamos lazos, quien se va haciendo una parte importante de nuestra vida por esos lazos; entonces, ¿cómo se pueden establecer lazos, crear vínculos y el compromiso que ello conlleva, con 400 personas que muchas veces ni su nombre real conocemos, que lo único que compartimos con ellos son comentarios eventuales superfluos y fotos que casi nunca son significativas? ¿Cómo podemos comprometernos a estar ahí, física y emocionalmente, en el momento que 400 personas nos necesiten? Muy sencillo: NO PODEMOS. Porque los “amigos” de las redes sociales no son amigos y no podemos darles ese nombre tanto a esos 400 como a aquel mejor amigo con el que hemos compartido risas, llanto, regaños, alegrías, tristezas, separaciones, logros, aromas, lugares, desvelos, café y tantas cosas más.

 

Laura Betancourt

Psicoterapeuta Psicoanalítica

lbetancourt@psicoanalitica.org

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